ANÁLISIS DE LA INCIDENCIA DE LOS DÉFICITS BÁSICOS
DEL ENTORNO SOCIO-FAMILIAR, EN EL DESARROLLO YOICO
DE LOS NIÑOS/AS A TRAVÉS DE SUS PRODUCCIONES GRÁFICAS
Trabajo de la psicóloga y psicoterapeuta Helena Diaz, en colaboración y supervisión por parte de la profesora Teresa Pont, especialista en técnicas proyectivas gráficas.
Ponencia presentada en el XIV Congreso de la Sociedad española del Rorschach y Métodos Proyectivos en Barcelona (2005).
I. PRESENTACIÓN
El trabajo que les presentamos a continuación forma parte de la labor que la ONG “Espíritu Que Danza”* desarrolla en la ciudad de Torreón (México), con el objetivo de proveer de apoyo integral a los niñ@s y familias que la organización atiende. Desde nuestra metodología de investigación aplicada, llevamos a cabo un trabajo sistemático para profundizar de manera científica en el conocimiento del niñ@ a través de los diferentes recursos de evaluación psicológica con los que cuenta el campo del psicodiagnóstico infantil.
Desde este planteamiento, innovador en este contexto social de “menores en situación de calle”, y teniendo en cuenta las peculiaridades de la población infanto-juvenil con la que trabajamos, consideramos que el estudio de las características de personalidad a través de los gráficos, es una vía privilegiada de acceso al conocimiento de las necesidades diferenciales de cada niñ@. Los resultados que se obtienen nos posibilitan elaborar un mejor diseño de la intervención (psico-socio-educativa) preventiva y/o terapéutica, así como poder realizar un control y evaluación de resultados.
*”Espíritu Que Danza” es un movimiento de apoyo al menor, trabajador, maltratado, indígena y en la calle. Esta ONG, lleva a cabo su actividad en la ciudad de Torreón (México) desde 1996.
II. INTRODUCCIÓN
La importancia de los vínculos que el ser humano establece con el entorno desde el comienzo de su existencia ya fue señalada desde los inicios del psicoanálisis. Coincidimos con el propio Freud, y con autores psicoanalíticos posteriores que han prestado especial atención a las primeras etapas del desarrollo humano, como M.Klein, Donald Winnicott y J. Bowly entre otros, en que no hay necesidad instintiva, ni situación angustiante, ni proceso mental alguno en el ser humano, que no se desarrolle a partir de la relación con objetos externos.
Existe un poderoso impulso, desde el principio de la vida, que tiende a ligar las fantasías a diferentes objetos (reales o fantaseados), que se convierten posteriormente en símbolos (símbolos-fantasías) y sirven de cauce para canalizar las emociones del bebé. El yo se podrá desarrollar y fortalecer a partir de estas representaciones iniciales, e irá pudiendo tolerar y manejar las ansiedades, siempre que éstas no sean excesivas.
Es la fuerte vinculación libidinal con los objetos externos, inicialmente parciales, lo que posibilitará pasar luego a la relación de objeto total. La internalización de figuras parentales, vividas como fundamentalmente bondadosas, y la identificación con ellas, son procesos imprescindibles en la estructuración de la personalidad.
Diferentes aportaciones del psicoanálisis, tanto teóricas como clínicas, con las que coincidimos, concluyen que la percepción de la realidad nunca se libera totalmente de la influencia del mundo interno, distinguiéndose entre relaciones objetales conscientes, productos de interacciones reales, e inconscientes que contienen objetos terroríficos o bondadosos imaginarios producidos por la actividad de la fantasía inconsciente en el desarrollo temprano, derivados en las necesidades más primarias.
En este sentido, Donald Winnicott (1996) nos señala que cuando un niñ@ ha sufrido una experiencia de deprivación, y ésta no es reparada por el ambiente, se desencadenan mecanismos de defensa, como el de disociación, que permitirán que la fachada externa del niñ@ aparezca adaptada al entorno, mientras que otra parte oculta de la personalidad estará enfrascada en fantasías, en relaciones misteriosas con objetos idealizados, idealmente buenos e idealmente malos. Conocer esta parte oculta, es lo que precisamente puede dar las claves que permitirán tener un conocimiento profundo del niñ@ y así proporcionarle la ayuda y sostén adecuado.
III. RELACIÓN DE OBJETO Y CAPACIDAD SIMBÓLICA
La simbolización es un complejo proceso que permite establecer vínculos creativos entre el mundo exterior y las significaciones emocionales del mundo interno (Bion, 1980). Por otra parte, la simbolización capacita al ser humano para diferenciar entre la realidad y sus representantes, estableciendo nexos de significación. Gracias a esta función la persona podrá establecer una distancia adecuada con el objeto exterior, anticipar, prever y retardar las satisfacciones pulsionales, lo cual le permitirá tener una vida psíquica suficientemente estable, y relacionar, a la vez que distinguir, entre lenguaje y realidad por una parte, y fantasía y realidad por otra.
Las dificultades de la capacidad de simbolización quedarían vinculadas a la psicopatología y se reflejaría, entre otras formas, en: la estereotipia, la compulsión de repetición, las ideas fijas, y en los tics. Todas estas conductas son ejemplos, en su sentido más amplio, de funcionamiento asimbólico, fenómenos que se repiten sin modificar, sin evolución, debido a que la función simbólica ha quedado trabada o impedida. Así sucede en los funcionamientos perturbados o psicóticos, dificultándose la integración de la personalidad, e interfiriendo en la posibilidad de encontrar y aceptar nuevos objetos.
Adroer (1986) afirma a este respecto, que sin un buen desarrollo de la función simbólica no hay espacio mental que posibilite ni la contención de las emociones, pudiendo derivarse hacia trastornos de la corporalidad, con eclosión de las enfermedades llamadas psicosomáticas y mentales o hacia “actuaciones graves”.
El niñ@ está inmerso en un mundo de lenguaje y símbolos ya desde antes de su nacimiento, y a partir de ese momento el tipo de vinculación madre-bebé representa el modelo fundamental de toda relación posterior con la realidad y sus representantes.
Los datos sensoriales de la experiencia emocional en el bebé, faltos aún de significado al principio, son transformados en la mente en símbolos gracias a la función maternal de “reverie” de la figura materna. Está función materna permite una conexión madre-bebé suficientemente favorable ya que la figura materna, al tratar de interpretar, traducir y expresar verbalmente las sensaciones corporales, gestuales, senso-motoras y pre-verbales, instaura la comunicación, otorgando significado y sentido a lo que sucede o siente el bebé, lo cual irá posibilitando progresivamente la formación de símbolos, fundamento de toda sublimación y una adecuada relación con el mundo.
La capacidad simbólica se desarrolla a medida que madura evolutivamente el yo y sus funciones, modificándose también los vínculos objetales. Para H.Segal toda comunicación se da por medio de símbolos, desde el pensamiento en imágenes, como diría Levobici, a pensamientos preverbales o símbolos primitivos como sugiere la Dra. Corominas, se irá hacia símbolos cada vez más abstractos. Desde el objeto como representante, el símbolo evoluciona hacia la palabra, el dibujo, la escritura y las frases gramaticales que expresan una experiencia emocional, conceptos, criterios…, estos últimos, ya símbolos completos.
El menor puede estar en condiciones de aprender los sistemas simbólico-culturales cuando ya ha construido un mundo simbólico privado con elementos surgidos de su fantasía y su mundo imaginario, a partir de su propia experiencia con el entorno y sus relaciones más significativas. Posteriormente, la cualidad de vínculos estables y confiables con las figuras significativas, permitirán al niño/a poner en marcha el mecanismo de reparación para tolerar las ansiedades depresivas. Por último, la relación de triangularidad (relación edípica) posibilitará el desarrollo del narcisismo secundario como resultado del proceso de identificación secundaria, y de la renuncia al objeto, proceso estructurante de la personalidad que abrirá paso a la alteridad propiamente dicha: “Alteridad implica renunciar a la ilusión narcisista de identidad entre objeto fantaseado y real. Éste es siempre una afrenta al narcisismo.”
(Hornstein, L. 2003).
Por último y en relación a la importancia de la capacidad simbólica para acceder al proceso socializador, señalar que la riqueza simbólica no depende solo de la estabilidad del vínculo con la madre, sino también de sus propuestas simbolizantes: …” si la representación social del mundo es pobre o ausente en el discurso materno, o si el padre no provee de emblemas o ideales ligados a la cultura, se generan situaciones de encierro libidinal que empobrecen la capacidad del niño.” (Schlemenson, S. (1999) citado en Horstein, L. (2003)).
IV. EL GRAFISMO EN LOS NIÑ@S
Toda actividad psíquica se apoya y desarrolla inevitablemente con una referencia constante a la experiencia corporal y función biológica. La expresión gráfica a través del dibujo, es una actividad esencial a lo largo de la evolución del niñ@; en ella interviene la percepción y expresión psicomotriz, capacidades determinadas por principios biológicos, que varían, según Piccolo, en función del nivel de maduración de cada niño/a y de su estado psicológico, funcional u orgánicamente inducido.
El gesto gráfico resulta un instrumento psíquico y transicional, ya que permite relacionar el proceso más primario del ser humano (a través de las sensaciones del cuerpo en su totalidad y de sus impulsos), con el pensamiento secundario, las emociones y funciones las superiores de la mente (los sentidos influyen sobre la motricidad, y ésta sobre los sentidos).
Freud ya refería que los procesos secundarios del pensamiento empiezan con la atención, y en la medida en que la maduración permite al niño ir organizando las percepciones, se desarrolla la memoria, la concentración y finalmente la reflexión (introspección).
Gracias a las investigaciones realizadas desde la Psicología Proyectiva, influida por el pensamiento psicoanalítico, los Gráficos, a parte de traducir el estado de la simbolización de un sujeto, también revelan la personalidad de quien los realiza y determinadas características del estado de su psiquismo, de una forma específica
Los niños/as que provienen de entornos sociales marginales suelen haber sufrido graves déficits en sus necesidades básicas desde momentos precoces, a partir de verdaderas realidades frustrantes, y/o violentas, vividas en su vida cotidiana y que han repercutido en heridas narcisistas en su psiquismo.
Debido a la deprivación sufrida por estos menores es necesario el trabajo progresivo con ellos a nivel instrumental y de una forma especializada para que se puedan llevar a cabo intervenciones psicoeducativas (preventiva y/o terapéutica), de la forma más adecuada y específica para cada niño/a.
A través de los gráficos podemos darle la palabra al niñ@, que no es simplemente pedirle que hable, sino saber escucharlo, escuchando también aquello que no dice con palabras… “Darle la palabra al niño implica conocer los diferentes lenguajes y como pueden los niños contarnos lo que sienten y piensan :el lenguaje gestual, gráfico, lúdico, verbal…” (Janin, B. 2002).
V. LAS PRODUCCIONES GRÁFICAS EN MENORES EN SITUACIÓN DE MARGINACIÓN SOCIAL COLECTIVA
De una muestra de 28 menores hemos seleccionado 14 gráficos del H.T.P, (6 casa, 4 árbol, 4 persona), pertenecientes a 8 niñas y 3 niños de entre 8 y 15 años, en el momento de la aplicación de las pruebas.
El entorno socio-familiar de los menores
Para comprender las circunstancias vitales de los menores a los que pertenecen estos gráficos diremos que todos ellos se encuentran en un contexto de “marginación social colectiva”, sus hogares están situados en zonas periféricas semi-urbanas de la ciudad de Torreón (en el estado de Coahuila, al norte de México). Sus hogares, “jacalitos”, carecen de las condiciones dignas para ser habitados, a pesar de la extrema pobreza en la que viven no pueden acceder a los pocos servicios que tiene la comunidad. La mayoría de las familias emigraron del campo a la ciudad a partir de 1994, año en que la crisis económica en México favoreció el aumento de migraciones internas. Torreón es además una ciudad de paso para la emigración a EEUU. En este contesto los niños/ñas y sus familias, dirigidas en muchos de los casos por una jefa de familia, enfrentan problemas de pobreza y exclusión social.
Estos menores viven la privación de todos sus derechos fundamentales, como son su Seguridad personal, Vivienda Digna, Educación y Formación, Recreación, Alimentación adecuada, Atención médica.
Padecen de forma crónica enfermedades gastrointestinales y bronco-respiratorias endémicas debido a las condiciones de insalubridad y precariedad de sus viviendas. La mayoría habitan casas de cartón y/o material de deshecho y en situación de hacinamiento.
Ante la ausencia del padre y/o madre, niños y niñas se ven forzados a participar en la generación de ingresos de la familia. Tienen bajos o nulos niveles académicos y los niveles de deserción escolar son altísimos.
Sobre las consecuencias de las situaciones de marginación en el desarrollo del menor, Silvia Schelmenson nos dice:
“Cuando los padres del niño han recibido heridas narcisistas que los debilitan por pérdidas repentinas de su posición social, trabajos o ingresos, padecen de situaciones de debilitamiento emblemático que resienten los canales de aproximación identificatoria de parte del niño; la confianza en el futuro de los progenitores se pierde y se fracturan las cadenas de una transmisión suficientemente sólida como para promover el ingreso del niño en el campo social”.
(Schelmenson, S. (1999), citada en Hornstein, (2003).
A continuación expondremos las características específicas que se repiten de forma más generalizada en los gráficos realizados por niñ@s.
Características generales en la realización del H.T.P.
- Giro automático de la posición de la hoja que se le da al niño/a así como cierta indisposición a explicar una historia que se asocia a la noción de oposicionismo y difícil contacto con la realidad, así como a cierta vivencia de inadecuación frente a sus propias experiencias vitales. Matizando esta cuestión, Beatriz Janin dice: “…el niño puede tener dificultades en vencer los obstáculos internos para poder poner palabras a lo que no tuvo palabras o para desobedecer el mandato implícito del otro amado o temido que ordena silencio…” (Janin, B. 2002).
- El trazo suele ser irregular, no lineal ni seguido, o estar cortado, como expresión de su tendencia a la improvisación, impulsividad e inestabilidad. Es frecuentemente débil o muy fuerte (con mucha presión) y/o está reforzado (como forma de reasegurar su inseguridad) y/o con roturas o oberturas (lo que traduce la presencia de Identificación proyectiva masiva o falta de una adecuada distancia con el objeto).
Se ha observado dificultad para lograr un trazado seguido y continuo en jóvenes con pensamiento concreto e inestables, que viven con inmediatez, es decir sin perspectiva y que tienen dificultad para pensar y recordar el pasado. A pesar de los esfuerzos por lograrlo, los trazos quedan como desligados y con sensación de frágil precariedad (lo que suele reflejar cortes e interrupciones en los vínculos y disociación, que frecuentemente conlleva carencias de apoyos internos).
- Casi nunca borran o rectifican los errores, asociado falta de confianza en perspectivas positivas de cambio.
- Frecuentemente dibujan en la parte baja de la hoja (zona asociada a lo concreto, a elementos depresivos y a lo más instintivo de sí mismos).
- En bastantes casos dibujan dos objetos (casas adosadas, 2 árboles, 2 figuras, como expresión de una tendencia adhesiva al objeto, simbiosis, relación dual…)
- Frecuentemente aparecen distintos objetos dibujados que llenan la hoja, como expresión evacuativa e incontinente del niño/a o splitting.
CASA
- Se observa la mayor frecuencia de dibujos de casa-fachada y casa-techo. Las “casa-techo” son un indicador de un gran refugio en la fantasía, retraimiento en el mundo interno, una necesidad de encierro como auto protección frente a la noción de persecución externa e incomunicación. Los seis gráficos “Casa” seleccionados coinciden en que son casa-techo. Nos parece significativo que en las seis biografías de estos menores coincida el hecho de que la madre de cada uno haya abandonado el hogar familiar.
Suelen tener una base bidimensional y sin base propia (la misma hoja es utilizada habitualmente como base de la casa). Lo que traduce una sensación de pobreza de recursos y vacío emocional. - Tratamiento pobre del techo, frecuentemente cortado en la parte derecha (asociado mentalmente a cierta modalidad primitiva en la expresión, a una falta de capacidad de abstracción, escasa mentalización y/o simbolización).
- Con frecuencia los órganos de comunicación son pequeños, (ventanas o puertas…), que a su vez, también resultan ítems defensivos (rejas, barrotes, cerradas…,) apoyados frecuentemente en la pared, con lo que traducen una dependencia externa muy primaria, que no muestran, ocultan.
- Presencia de ciertas dificultades de acceso a la casa (escaleras, puertas altas, repasadas, rotas…), muy defendidas y con mecanismos de alerta o control (TV, antenas, cerraduras,..).
- Frecuentemente están acompañadas de otros objetos de relleno al lado. El sol es muy frecuente, acompañando a todas las figuras, como expresión de la búsqueda de figuras de referencia afectivas, de autoridad y protección ante su carencialidad.
- Presencia de árboles, flores…, como defensa contra el vacío y la soledad, indicaría fallas en sus funciones yoicas, reflejando sus carencias en la noción de sí mismo como un todo integrado.
ARBOL
- Repetición de la ausencia de base como en las demás figuras (el borde de la hoja de papel hace de base, lo que expresa una gran dependencia del mundo exterior así como la expresión de desarraigo, inconsistencia e inseguridad).
- No hay una adecuada delimitación entre las diferentes partes del árbol (copas, tronco y base del árbol abiertos), traduciendo cierta indiferenciación entre sí y los otros, entre su mundo interno y externo, fantasía-realidad que luego conllevan dificultades en su individuación y personificación.
- Las bases del tronco suelen ser progresivamente más anchas, lo que suele aludir a la presencia de cierta tendencia disocial, en el sentido de la expresión de una necesidad de extralimitarse en la búsqueda de satisfacción para sus necesidades, así como de cierta trasgresión de los límites socialmente establecidos. Es frecuente en jóvenes que sienten haber sufrido una injusticia o abuso por parte de los demás, manifestando con ello, unos intentos por restituirse, con la apropiación de lo que sienten que tienen derecho fuerza.
- Donald Winnicott (Winnicott, D.1996), denomina “Complejo de deprivación” a este aspecto antisocial de la conducta del niño, afirmando que contiene un elemento positivo al tratar de forzar al ambiente a adquirir importancia, a restituirle de lo que fue deprivado, de aquello “bueno” que fue incorporado en sus primeras experiencias de satisfacción y que quiere “recuperar”, a diferencia del psicótico que se encuentra privado de estas experiencias.
- Los árboles en que no hay copa, suelen aparecer en personalidades con una mayor noción de desprotección, de ausencia de suficiente contención mental, y muy a merced de las influencias externas.
- El animismo acerca del árbol (que habla o siente como las personas) las hemos encontrado en chicos/as con un funcionamiento muy inmaduro, y las transparencias de las raíces, y antropomorfismo (con formas humanas), con la existencia de importantes núcleos psicóticos.
PERSONA
- Las figuras suelen ser algo pequeñas, reflejo de constricción personal, con un frecuente esquematismo (asociado a tendencia esquizoide de retraimiento interno), figuras desvitalizadas, con una inmadurez del esquema corporal (la mala inserción de los miembros, no permite lograr una figura unida e integrada).
- La frecuente no delimitación entre ropa-cuerpo alude a una falta de discriminación entre: “lo qué es suyo” y “lo de los demás” (expresión de una inadecuada diferenciación e identidad personal, que también se pone en evidencia luego con la necesidad de enfatizar el cuerpo-hombros grandes, musculatura, virilidad, como noción de una identidad mantenida a través del límite muscular y de la acción).
- La ausencia de área genital la hemos visto asociada a graves dificultades en el control de los impulsos sexuales y/o actings sexuales.
- Cuando el menor acompaña los gráficos, con su firma, nombre propio y edad, parece reforzar la noción de su frágil self.
- El dibujo frecuente de botones, bolsillos..alude a una dependencia oral muy primitiva con el objeto (en casos muy regresivos, suelen aparecer las figuras con el ombligo, así como en el dibujo de la familias, la existencia de identificación con bebés).
- Frecuentemente les faltan órganos importantes (manos, brazos, pies, boca, a menudo cerrada y repasada…), cosa que alude a dificultades y daño en el contacto afectivo, comunicación y contacto con la realidad (difícil internalización).
- La falta del cuello o su exageración frecuente, hace referencia a las dificultades en el control y drenaje suficiente de los impulsos así como la falta de represión. A menudo, las cabezas suelen estar reforzadas, o ennegrecidas como forma de expresión de una alta ansiedad y preocupaciones, así como – las cabezas -tipo casquete-, como expresión formal de una adaptación formal a determinadas imposiciones externas, convencionales exclusivamente o de de superficie, con el mundo, pero sin una plena interiorización y vivencia interna.
- Las manos suelen ser grandes (expresando necesidad afectiva y/o de actuación a través del comportamiento). Por otra parte, también suelen dibujarlas a menudo -“tipo muñones” (expresión de restricción y empobrecimiento afectivo),- “tipo pincho”, en niños muy agresivos, y “en los bolsillos”, como reflejo de sentimientos de culpa u ocultamiento.
- Los brazos que parecen alas, los hemos encontrado en casos muy graves de un gran padecimiento psíquico, donde existe un importante sustitución de la realidad, por la fantasía (incluso, con presencia de deslices cognitivos y trastornos de pensamiento).
- Los ojos sin pupilas, expresan un encierro en sí mismo, no poder/no querer ver la realidad.
- Los “ojos-punto”. Hipervigilantes y controladores del mundo externo, así como la presencia de orejas, como forma de defensa paranoide contra lo persecutorio.
- Las transparencias, también suelen ser frecuentes y vinculadas a los brazos y pies como expresión de importantes fallas lógicas en el contacto interpersonal y realidad (indicio de trastornos de pensamiento).
- Las amputaciones corporales (manos, piernas cortadas…), indicarían serios daños en la integración personal y autoimagen. Estas amputaciones también están asociadas a la expresión de pasividad en la lucha del menor por tirar adelante su vida, al abandono personal, la deficiente autoestima o el maltrato hacia sí mismo, indicando insuficiente capacidad de autonomía, entre otras características.
Contenido Verbal
• Respecto al contenido verbal cabe destacar la frecuente autorreferencialidad o autorretratos en el relato (egocentrismo), que manifiesta una dificultad para poner distancia respecto al otro, de mediación simbólica con la realidad y de empatía. Les cuesta elaborar una historia (significado oposicionista latente), hay una somera descripción del estímulo tendiente a cumplir con la consigna de una forma aparente y para así poder salir del paso con rapidez.
• Los discursos expresan a menudo un gran poder o exhibición de fuerza, a veces situaciones mágicas, como forma de sobrecompensar omnipotentemente el sentimiento de una gran fragilidad e impotencia real e interna.
• Hay frecuentes alusiones a la temática oral, como expresión de frustraciones muy precoces, así como de dependencia y búsqueda de contacto, pero con gran inhibición y constricción emocional (alta necesidad de referentes externos y de apoyo).
• El elemento de control del objeto aparece a través de un contacto superficial, preferentemente”de mirada”, así como descriptivo de las cosas, donde predomina la acción, el movimiento, “el acto”, por encima del pensar (hay sobretodo, evacuación de contenidos dolorosos y dificultad para realizar análisis-síntesis).
• Suelen manifestar rechazo hacia las propias necesidades y fragilidad, y es por ello que los personajes y relaciones suelen estar idealizados, pero resultan efímeros por las rupturas ante la mínima frustración.
• En los temas, hay fantasías de salvar al yo de toda necesidad, con un predominio de la búsqueda del placer.
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